Esa tarde, el destacado escritor
Óscar Colchado Lucio se dio con la sorpresa de escribir una de sus más
inusuales dedicatorias en uno de sus libros infantiles. “¿Cuántos años
tiene el niño?”, preguntó el literato, lapicero en mano. “Todavía no
nace”, le respondieron.
Dicha escena se remonta al día en que
llegué a una librería en el distrito de Miraflores con la intención de
comprar la edición especial de Las aventuras de Tintín, pero el precio
me rebotó en la cara. Mi ilusión era comprar un libro como obsequio para
mi hijo, cuando aprendiera a leer.
Triste por ello, fui a casa, encendí la
computadora y mientras revisaba mi página en Facebook encontré un
anuncio sobre la serie de libros para niños Cholito en los Andes
mágicos. En ese momento sopesé ambas obras. Por un lado, Tintín… brinda
la oportunidad de leer las aventuras de un intrépido y joven pelirrojo
reportero por distintas partes del mundo: Bélgica, China, el Congo.
Sin embargo, Cholito en los Andes mágicos
ofrece la posibilidad de leer las peripecias de un niño peruano,
conocer los lugares mágicos de nuestro país a lo largo de la Costa,
Sierra y Selva como son las aventuras del personaje en Chavín de
Huántar, o aquellas de la mano de ‘Amazonita’.
Decidí entonces que las historias y
ensueños con los que debía motivar la imaginación de mi hijo debían ser
las leyendas y mitos peruanos, sin dejar de lado otros clásicos de la
literatura universal. Así, aquel niño podría soñar que volaba en un
cóndor junto a Cholito, aquel pastorcillo de la serranía, y despertar en
él la curiosidad por recorrer el Perú.
Rápidamente me comuniqué vía Facebook con
la hija del escritor, Jessica Colchado, quien hizo llegar un inusual
deseo al escritor: dedicar el libro a mi hijo que nacerá en enero. Ella
aceptó, y trasladó el pedido a su padre.
Esa noche nos reencontramos los tres.
Jessica dijo: “Mi padre me preguntó cuántos años tenía tu hijo, pero le
dije que aún no nacía”. Óscar Colchado, extrañado, contestó: “Entonces
¿cuándo leerá el libro?”. “Esos son tus futuros lectores, papá”,
contestó ella.
El escritor cogió el lapicero y escribió: “Para Santiaguito… bienvenido al mundo”