viernes, 14 de noviembre de 2014

ALMAS EXONERADAS DEL SALÓN

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¿La iglesia católica podría acabar con el analfabetismo?

Una hora antes del almuerzo familiar de cada domingo me di con la noticia que el Ministerio de Educación ha descartado que se vaya a dejar de dictar el curso de religión en las escuelas, luego que la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) presentase un memorial con 135 mil firmas de padres y madres de familia pidiendo la inclusión de esta asignatura en la currícula nacional.

“La CEP aseguró que el marco curricular nacional publicado por el Gobierno contempla ocho aprendizajes de tipo tecnológico y científico para la educación primaria y secundaria, pero ninguno incluye “la dimensión espiritual y religiosa.”, precisa RPP noticias sobre una nota emitida por la institución religiosa.

Estudié en dos colegios católicos pero nunca me sentí católico. Posiblemente, una muy temprana lectura de Manuel Gonzáles Prada, Miguel de Unamuno y Louis Pauwels hayan sido una causa.

Recuerdo que los lunes de cada mes teníamos misa y, además, debíamos confesar nuestros pecados de manera tan frecuente que, una mañana, tuve que inventar nuevos pecados para disfrute del cura.

Hace dos años, me vi obligado a seguir un curso sabatino para casarme por la iglesia católica como era el sueño de mi esposa. Así que no pude escapar del sacramento de la Confirmación. Empero, el cura no pudo impedir que el pianista tocara Je t´aime moi non plus de Serge Gainsbourg, en su capilla.

A pesar de haber seguido una formación católica y provenir de una familia católica y practicante, ¿por qué no abracé el catolicismo?

De acuerdo a su raíz etimológica, religión vendría a ser lo que une, sin embargo, jamás una palabra ha tenido un sentido tan contrapuesto. Si lográramos reunir a los líderes de las principales religiones del mundo en un estadio y les preguntáramos dónde está Dios, de seguro que todos mirarán al cielo. Entonces, ¿por qué Dios se divide en mil pedazos en la Tierra?

El curso de religión, en vez de formar nuevos fieles debe orientarse a la exploración espiritual de los alumnos y alumnas, quienes a través de una educación amplia y universal puedan ahondar en sí mismos, desarrollar su idea de Dios, alma y espíritu.

Paramahansa Yogananda, decía que no importaba qué Dios o religión siguieras mientras te haga una mejor persona.

Luis Bambarén (¿es cierto lo del anillo con la hoz y el martillo?), obispo emérito de Chimbote, ha dicho que los alumnos que tengan una confesión distinta o se declaren sin religión, pueden ser exceptuados o exonerados de este curso.

¿Exonerados? ¿Exceptuados? Recuerdo que dos alumnas estaban “exoneradas” de entrar a clases cuando se dictaba el curso de religión. Se la pasaban fuera del salón sino estaban haciendo otras tareas en el aula. Ningún niño o adolescente debe quedar exceptuado de explorar su espiritualidad.

“(La educación religiosa) No debe eliminarse de ninguna manera, porque no es un curso más, es una transmisión de valores que Perú necesita, si la familia está en crisis, la sociedad está en crisis, no se respeta el valor de la mujer”, dice Bambarén.

Nadie negará que hasta en el último cerro y pueblito de nuestro país existe una iglesia y un sacerdote. Entonces, pregunto ¿qué pasaría si los curas crearan una biblioteca pública en sus iglesias? ¿La iglesia católica podría acabar con el analfabetismo?

El curso de religión debe tener un carácter más universal, donde prevalezca la libertad del alumnado a elegir si desea ser católico, evangélico, agnóstico u otro. Al final, como dijo Jesús: “La verdad os hará libres”.

Arturo Valverde (@ArturoValverdeP)

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