viernes, 14 de noviembre de 2014

LA CREATIVIDAD EN LA EDUCACIÓN

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Una de las experiencias innovadoras que pude conocer para fomentar la imaginación y la creatividad en los alumnos fue la creación del cuaderno Composiciones, técnica educativa impulsada por el profesor Nicolás Astete Carbajal.

Conocí al educador cuando tuve ocasión de ingresar al colegio La Salle de Lima. Un año atrás, había dejado mi escuela local para iniciar mi educación secundaria en tan insigne institución.

Nicolás Astete tenía a su cargo el curso de Lenguaje y Literatura por dos horas, de seguro las únicas que he esperado con mayores ansias y alegría, tanto como las clases de Historia del Perú. Sin embargo, más allá de ocuparse de dictar sobre la historia de la literatura, tenía una propuesta que suponía llevar dos cuadernos: uno íntegramente para el curso que llamaremos ‘oficial’ y un segundo cuaderno que llamaremos de ‘composiciones’, porque a decir de él nosotros podíamos ponerle el nombre que más nos gustara.

El mío se llamó ‘El Mirador’ y contenía poemas, canciones, caricaturas, chistes y algunas muy incipientes y juveniles crónicas sobre la vida escolar en La Salle. Los alumnos (en ese entonces la secundaria era para varones) tenían la posibilidad de escribir lo que quisieran. ¿Nota? No había 0 ni 20. Solo debías escribir. Porque al final, como quería darnos a entender el profesor, siempre hay algo que expresar.

Qué importante fue para aquel grupo de jóvenes hombres contar con un medio para comunicar nuestras emociones y sueños en una edad donde la imaginación está en ebullición permanente. En mi caso, sirvió de gran estímulo para escribir mis primeros cuentos por aquel entonces hasta hoy.

El cuaderno de ‘composiciones’ incitaba a la creación y la libertad de los jóvenes unido a la empatía del profesor para con sus alumnos, a quienes regalaba una sonrisa debajo de aquel bigote entrecano.
Algo más. Promovía el lenguaje de señas desde que ingresaba al aula como una forma de potenciar al máximo el entendimiento humano. Tampoco faltaban las horas de lectura, tan importantes en la formación del estudiante.

Experiencias de este tipo deben reproducirse en otras instituciones educativas, tomando en cuenta que los maestros están llamados a ir más allá de enseñar un curso, como los alumnos a tener la voluntad de aprender más allá de lo aprendido en las aulas.

Por último, cuando llegue el momento de abandonar las aulas, los alumnos tendrán a la creatividad como una herramienta para enfrentar la realidad.

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